Desde el foro de Davos, el informe de riesgos globales. ¿Estamos realmente avanzando hacia una economía circular y sostenible? - Por Miguel Varela, CEO de TEIMAS.
Este año 2023 que acabamos de estrenar como quien dice parece que sigue el ritmo de estos locos años 20 cuanto menos turbulentos. En apenas tres semanas, tenemos varias noticias negativas en las que la sostenibilidad ambiental es un elemento común.
Un clásico de comienzos de año, el Foro Económico Mundial que junta a líderes políticos, culturales y económicos en la ciudad suiza de Davos. En el marco de este encuentro se presenta el informe de riesgos globales, Global Risk Report, donde miles de expertas y expertos aportan su visión en relación a los principales riesgos a los que nos enfrentamos como sociedad.
Esta edición, la número 18, está muy influenciada por la resaca post-covid y, como no podía ser de otra manera, por la guerra de Ucrania y la inflación provocada en gran medida por los problemas de suministro energético y de materias primas resultado de las tensiones geopolíticas.
Independientemente de estas circunstancias, los expertos concluyen que la mayor parte de los peligros que afrontamos están directamente relacionados con aspectos medioambientales. Eventos climatológicos extremos, catástrofes naturales, la pérdida de la biodiversidad, las crisis derivadas del acceso a los recursos naturales o los fallos a la hora de mitigar el calentamiento global son los principales agitadores tanto a corto como a medio plazo.
Y si seguimos hablando de informes de enero, hay que mencionar el Circularity Gap Report que promueve Circle Economy, una organización de impacto dedicada a acelerar la transición a la economía circular.
La principal conclusión es cuanto menos sorprendente: apenas el 7% de la economía global es circular... y bajando! En los últimos años el índice de circularidad mundial se ha reducido de 9,1% (2018) a 7,2% (2023). Esto significa que más del 90% de los productos y los materiales que utilizamos se desperdician y desaparecen del flujo económico. Esto implica también que cada vez necesitamos extraer más materias primas del planeta..
Extraer más materiales no implica en absoluto mejorar las condiciones de vida. El modelo económico lineal, basado en usar y tirar, esquilma los recursos naturales, amenaza la biodiversidad, contamina aguas y suelos y afecta a la salud de las personas, directa e indirectamente en forma de emisiones de gases de efecto invernadero que aumentan la temperatura de la Tierra.
Mientras los focos están puestos en el consumo energético, conseguir los objetivos climáticos pasa por prestar atención al 45% de las emisiones totales asociadas con el ciclo de vida de los productos (extracción, fabricación, uso y disposición final). La aplicación de la economía circular puede reducir en más de un tercio la extracción de materias primas y en un 45% las emisiones derivadas de la fabricación de productos.
Y para completar el trío, el elemento más perturbador y fotogénico: el Doomsday Clock, reloj del apocalipsis, se sitúa más cerca de la medianoche que nunca. El reloj creado a finales de los años cuarenta para alertar a la sociedad sobre los peligros de las armas nucleares, cambia de hora anualmente acercándose o alejándose de la medianoche según la posibilidad de llegar a un punto de no retorno resultado de una catástrofe sanitaria, nuclear o ambiental.
El consejo de científicos ha situado este año las manecillas del reloj a 90 segundos de la medianoche, lo más cerca que ha estado en sus 75 años de historia, debido principalmente a la invasión rusa de Ucrania y a los efectos del cambio climático.
Estamos de acuerdo que no son las noticias más halagüeñas para empezar el año pero es importante que nos sirvan de reflexión y toma de conciencia sobre el mundo que queremos, quizás no tanto para nosotros si no para las generaciones futuras. Un largo camino que aún está por recorrer.
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